SEVILLA MISTERIOS Y LEYENDAS: Las Adonias

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25 de octubre de 2011

Las Adonias

Las Adonias (en griego antiguo Ἀδώνια) eran fiestas antiguas instituidas en honor de Afrodita y Adonis, y guardadas con gran solemnidad entre los griegosegipcios y otras culturas helenizadas.
Duraban dos días y eran celebradas exclusivamente por mujeres. El primer día llevaban por las calles estatuas de Adonis dispuestas como cadáveres, realizando todos los ritos propios de los funerales, golpeándose y gritando lamentos, en imitación de los lloros de Afrodita por la muerte de su amado...

El mito de Adonis, muerto por un jabalí y posteriormente resucitado, representa el ciclo anual de la vegetación. Las Adonías eran un ritual fúnebre en el que se celebraba la muerte del Dios y su posterior resurrección. Un himno órfico en honor de Adonis menciona su estancia en las tinieblas tartáricas y su retorno al Olimpo. En las Siracusanas de Teócrito se conserva un trágico canto a la muerte de Adonis:

LLoro a Adonis. "¡ Ha muerto el bello Adonis, ha muerto el bello Adonis", lloran los Eros.
No duermas más ¡oh Cipris! (Venus/Afrodita) en lechos de púrpura. ¡Arriba, desdichada! Vestida de negro, golpea tu pecho y di a todos: "¡Ha muerto el bello Adonis!"
LLoro a Adonis, y los Eros lloran también.
El bello Adonis yace en las montañas. Su muslo blanco ha sido herido por un diente blanco, y Cipris está abrumada de dolor. Apenas si respira él, y corre la sangre negra por su muslo nevado, y bajo sus cejas sus ojos se apagan, (...)
(...)
"¡Ay, ay, Citerea! lloran los Eros.
Ha perdido ella a su bello esposo, y al mismo tiempo su belleza sagrada. Mientras Adonis vivía, era mucha la belleza de Cipris. La belleza de Cipris ha muerto con Adonis. ¡Ay, Ay! Todas las montañas y las encinas dicen: "¡Ay, Adonis!"
Los ríos lloran en duelo de Afrodita; y los manantiales lloran a Adonis en las montañas, y las flores enrojecen de dolor, y Cipris grita sus penas lamentablemente por las colinas y el valle."





Durante la Adonia las mujeres plantaban jardines de Adonis en canastas y tiestos planos, formados por trigo, cebada, lechuga, hinojo y otras plantas de germinación rápida, que dejaban en los tejados de las casas. Las imágenes en vasijas griegas muestran a las mujeres llevando estos pequeños jardines escaleras arriba hasta los tejados. Cuidadas por las mujeres, que las regaban a diario, las plantas crecían velozmente, pero también morían rápidamente debido a sus raíces poco profundas. Al final del octavo día los jardines se arrojaban al mar o a un río, quizá a veces junto con una imagen del fallecido Adonis.



Al final del siglo III, fecha en que se coloca el martirio de Justa y Rufina en Hispalis, se celebraban en esta ciudad las fiestas de Adonis, llamadas Adonias, que recordaban la muerte del amado de Afrodita. El ritual está conservado en la passio, de las dos mártires hispalenses y el autor introdujo esta descripción sin poder ya interpretar correctamente lo que describía. Pero el contenido se remonta a una narración contemporánea y constituye el documento más importante sobre las adonias. El martirio de estas santas hispalenses se data en el año 287.

Según el breviario de Ebora (III-V): "sucedió que, habiendo llegado un día al foso de esta ciudad (Hispalis) para vender vasos de terracota, unas matronas del lugar estaban exhibiendo allí un ídolo de piedra llamado Salambó y, siguiendo su costumbre según el rito pagano, mientras bailaban pedían donativos en honor y beneficio de su dios. Y así, habiéndose acercado a las santas mujeres, les pedían que les ofrecieran algún vaso en honor de su dios Salambó. Como ellas, siendo cristianas, se negaran y les hicieran ver que era inútil adorar a un dios de piedra, indignadas las matronas, arrojando el ídolo sobre sus vasos de terracota, lo destrozaron todo. Pero las religiosas mujeres, sin inmutarse por el perjuicio de la pobreza, antes instigadas interiormente por el espíritu divino, lanzando de nuevo el ídolo aún más lejos, lo hicieron añicos. A consecuencia de esto el gobernador Diogeniano mandó encerrarlas en la cárcel, como si hubieran cometido un sacrilegio. Esto ya se contó en la entrada Santa Justa y Rufina.



El culto a Adonis se practicaba en grutas, lo que explicaría que el cadáver de las dos santas se arrojasen a pozos, al igual que al final de las Adonias se arrojaban al mar o a fuentes la imagen del dios y los "jardines" de Adonis. El breviario de Ebora recoge, pues, un ritual de las Adonias, tal como se practicaba en Hispalis hacia finales del siglo III: procesión con danza y colecta con la imagen de Adonis; la procesión, encabezada por el gobernador, recorría el campo, acompañado por los fieles descalzos. Parte del ritual se celebraba en una gruta donde, al final, se arrojaban al agua de pozos muñecos que simbolizaban a Adonis.
Las Adonias se celebraban en junio o julio y duraban tres días. Estas fiestas podían haber sido introducidas en la Bética ya en tiempos de los fenicios o de los cartagineses, fueron numerosas en toda la costa del sur de Iberia. 
Otros autores antiguos cristianos y paganos completan los datos que se desprenden de esta passio, ya que fueron fiestas muy populares, que se celebraban en Jerusalén, Atenas, Alejandría, Biblos, Antioquia, Laodicea, Roma y posiblemente en Palmira, etc. 


Acompañaban a estos cánticos movimientos de todo el cuerpo, al son de los tímpanos. A estas canciones lúgubres aluden diferentes autores de la antigüedad, cantos que recordaban el dolor de Afrodita ante la muerte de Adonis y los de los ritos funerarios. Las mujeres sentadas plañían a Adonis muerto. Era una fiesta que se celebraba de noche. Se ha interpretado el idilio de Teócrito en el sentido de que la ceremonia consistía en un concurso de cantos fúnebres, de lo que el epitafio de Bion sería un ejemplo. En el segundo día, a la aurora, las mujeres, llevaban la imagen del dios hasta la orilla del mar y arrojaban al mar un muñeco que representaba a Adonis. Se pronunciaba una forma ritual durante el camino y se invitaba a poner fin a las lágrimas.

El hecho de que estos rituales precristianos fuesen realizados por un grupo de devotos que procesionaban por las calles transportando a un ídolo al tiempo que se le cantaban trenos o canciones fúnebres, recuerda demasiado al rito cristiano celebrado durante los Santos Días. 


El ritual, al igual que ocurriría con otras fiestas originalmente paganas, pudo ser absorbido por la religión que prácticamente acababa de implantarse, adecuándose a los nuevos credos. El culto a Adonis tuvo que ser tan poderoso que el sincretismo alcanzó hasta la gruta donde se llevaba a cabo su rito en Belén, pasando a convertirse en el lugar donde, según la leyenda, nacería Cristo.

Significativamente, en el siglo VI d. C. la Iglesia prohibió un determinado cántico con texto no cristiano que se entonaba con ocasión de celebraciones de funerales, un tipo de cantos fúnebres que en el Medievo serían conocidas como endechas; o sea, composiciones elegíacas de cuatro versos entre cinco y siete sílabas y de rima asonante –según se entienden hoy–. Si nos aventuramos a identificar estas endechas con los cantos fúnebres arcaicos nada habría en ello que pudiera extrañarnos, pues no es difícil imaginar a los devotos entonando estos cánticos “mano a mano”, de igual forma que se hacía en las “competiciones” griegas a las que alude Teócrito.




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