Hola
a todos, no sé cuántas veces podré escribir, ni la frecuencia; pero sé que esta
es mi pasión: SEVILLA.
Tomo prestados cosas: el título de y el texto de este artículo.
¿Por qué? Porque Sevilla es mi Vida, me encanta
Su Historia, Tradiciones, Anécdotas, Su Catedral y Su Giralda (que también son
mías), Su Vida, Ambientes, Gentes, Semana
Santa. Feria de Abril (aunque este año sea de Mayo como cuando se inauguró el
actual Real de Los Remedios)…
Más aún desde que vivo fuera de Mi Tierra, Mi
Ciudad… y desde fuera noto más esa sensación de vacío que causa no poder estar
en la Muy Noble, Muy Mariana, Invicta…
Y lo que más me gusta es descubrir y aprender
cosas nuevas relativas a Mi Ciudad, como es el caso que presento, pues de eso
se trata, ¿no? De conocer y aprender sobre esta Maravillosa Ciudad. Y
compartir. Compartir lo aprendido para fomentar en quien pueda leernos ese Amor
por Nuestra Tierra, Nuestra Sevilla, para que, quien nos lea, descubra y la ame
tal cual nosotros lo hacemos, o lo intentamos hacer.
Y el texto. Un texto de todos conocido. El hecho
en el que el Gran Poder, en tiempos de las Santas Misiones acaecidas en Nuestra
Ciudad de Sevilla en 1964 cuando lo llevaron al Barrio de Nervión.
Era una primavera sobre 1964, siendo arzobispo D. José María Bueno Monreal,
se organizo una santa misión, con el fin de reavivar la religiosidad popular.
Se programaron numerosos actos sobre en todos los templos, predicaciones en
distintos barrios y multitudinarias comuniones de enfermos, Sevilla entera
había de ser escenario de tan magnas celebraciones, en las cuales participaría
activamente un centenar de religiosos y sacerdotes misioneros. Ocurrió que la
Hermandad del Gran Poder, como todas las demás, fue invitada a salir
procesionalmente, y a tal efecto se bajó del altar la imagen del señor. Había
un cierto hombre, el cual tenía un taller mecánico por la barriada de Nervión.
Este había sido en su infancia y en su juventud un muchacho piadoso, pero el
paso de los años había ido entibiando su religiosidad hasta apartarle
totalmente de la fe. Se encontró por aquellos días con el mayordomo del Gran
poder, antiguo amigo suyo, y el cual, que iba entusiasmado y enfervorizado
porque había dejado momentos antes el "paso" del señor ya preparado,
dispuesto a salir a la calle, al encontrar a su amigo el mecánico le dijo que
porque no se llegaba a San Lorenzo para ver al Gran poder, que hacía tiempo que
no le veía por allí. A lo que el mecánico le repuso airadamente, ¿ir ver al
Gran Poder? Como que yo no tengo otras cosas que hacer más importantes que
hacer, que si el señor del Gran Poder tiene interés en verme, !que venga a mi
casa!, mosqueado se separo de su amigo sin despedirse. El acto de clausura
estaba previsto que se celebraría en Plaza de España, cerrando así unas
demostraciones piadosas que habrían durado más de dos semanas. Todas las
imágenes estaban situadas en iglesias antiguas. El señor Arzobispo pensó que la
Santa misión, será una buena oportunidad para que las famosas imágenes de las
principales cofradías fueran llevadas a los barrios apartados. La imagen del
Señor del Gran Poder estaba puesta ya en su "paso" para salir, en
dirección a la populosa barriada de Nervión. A mitad de Eduardo Dato se
encontraba ya la procesión cuando empezó a chispear. Iban a refugiar lo en el
Sanatorio de los Niños lisiados de San Juan de Dios, apretaron el paso los
costaleros, los músicos iban tapando como podían los papeles de partituras y
los parches de los tambores para que no se mojasen. Los cirios del
acompañamiento y las velas de las candelarias del paso ya se habían apagado con
las primeras gotas. Cuando llegaron al sitio resulta que la puerta era
demasiado estrecha y el paso no podía entrar. Decidieron llevarlo a la iglesia
de Nervión pero llovía a cantaros y para evitar el daño de la imagen, dijeron
que lo metiera en algún portal. El portal era grande, pero no tenía cabida para
todo el acompañamiento, se produjo la desbandada. Cada acompañante huyo a
refugiarse donde pudo, en los edificios inmediatos, en los bares del barrio. Y
allí quedo el "paso", con solo acompañamiento que la pareja de guarda
que los escoltaban, y los hermanos de la Junta de gobierno de la Hermandad.
Atardecía más oscuro el día que lo acostumbrado por estar el cielo cubierto, y
no cesaba de llover. A esa hora, el hombre cerró el taller mecánico, y
alzándose el cuello de la chaqueta para protegerse algo contra la lluvia, se
dirigió a su casa. De repente, al entrar en el portal vio la luz de los críos,
la impresionante figura del señor del Gran poder, con la cruz a cuestas y la
dramática expresión del rostro, mirando hacia él fijamente. El hombre sintió
que se le aflojaban las piernas. Recordó vivamente la frase que dijo horas
antes, si el señor del Gran Poder tiene interés en verme, !que venga a mi
casa!, y allí estaba en su casa, el Señor del Gran Poder, con la cruz a
cuestas, los pies sangrantes, la cara suficiente y mansa, mirándole desde lo
alto del paso, entre el resplandor amarillento de las velas. Más que leyenda es
una historia real al tener personajes con nombres y apellidos, esa persona era
un ex futbolista, llamado Juan Araujo, que al colgar las botas de futbolista
monto un taller.
Y como lo que me gusta es
aprender, de este texto tan conocido, narrado, entre otros, por José María de
Mena, extraigo lo siguiente:
Más que leyenda es una
historia real al tener personajes con nombres y apellidos, esa persona era un
ex futbolista, llamado Juan Araujo, que al colgar las botas de futbolista montó
un taller.
Puesto que lo referido en las
líneas anteriores lo desconocía, el protagonista de la historia, Juan Araujo.
Futbolista.
Anécdotas y ‘leyendas’ con nombre
y apellidos para reforzar nuestra cultura y formación hispalense.
Saludos desde Cuenca.
Emilio P. Muñiz
Fuente: Tomado
del Blog ‘A
esta es’ del jueves, 6 de diciembre de 2012.
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